Tan pronto como se apareció en Móstoles la imagen de Nuestra Señora de los Santos, se pensó construir una capilla donde recibiese el culto de los mostoleños. Obra que se llevó a cabo inmediatamente.

Dicha capilla estuvo instalada en el mismo sitio donde se apareció la imagen, y comprendía el espacio que hoy ocupa la parte superior de la Ermita actual. La Imagen se colocó en el punto donde hoy está la sacristía, sobre un modesto altar, que es donde actualmente se revisten los sacerdotes para celebrar la eucaristía.

Así estuvo durante 88 años hasta que, en el año 1602, donó generosamente Doña Constanza de Rojas la casa que la pertenecía y que lindaba con el primitivo santuario, para ampliarlo y reedificarlo.

Empezó a reedificarse el templo el día 7 de mayo de 1602 y no habiendo fondos suficientes para ello, hubo necesidad de obligar a los vecinos a que ayudasen unos con su dinero y otros con su trabajo personal, siendo el labrador Basilio Manrique el primero que en su carro y yunta condujo materiales para las obras.

Estas tardaron más de lo que debieron por la escasez de fondos. Al fin, quedó concluida la Ermita el 24 de Agosto de 1605, resultando el templo hermoso y apropiado para lo que estaba destinado.


En 1618 se hizo un cuarto y una capilla nueva. En 1680 se construyó la capilla principal por los maestros de albañilería José Carrasco, de Móstoles, y Cristóbal Rodríguez, vendedor y maestro de las obras del Escorial en 1680.

Las obras ascendieron a la cantidad de 34.500 real y en el documento redactado para su ejecución se establecía que: “Habían de fabricar y levantar una Capilla en la Ermita de Nuestra Señora de los Santos, con su media naranja, para su colocación y culto de dicha imagen. La cual dicha obra y fábrica se dio principio en dicho año de 1680”.


El templo

La planta del tempo es de una sola nave, de tres tramos, cubierta con bóveda de cañón con lunetos, crucero con cúpula sobre pechinas y linterna, siendo cortos los brazos del mismo, y capilla mayor cuadrada con bóveda. La decoración es severa y geométrica, dominando las aristas. Las pilastras son de orden toscano y a lo largo de los muros corre un entablamento soportado por mutilos o modillones, igual que cúpula.

La edificación se realiza con muros de ladrillo y cajones de mampostería. Tiene dos portadas, una a los pies adintelada y reformada, con herrajes del siglo XVIII, y otra en el lado del Evangelio también con los mismos herrajes.

La capilla es una sucesión de espacios que tiene características diferentes de tamaños y cubiertas, ya que la nave más larga se contrarresta con el crucero, donde descansa la cúpula y se continúa por el presbiterio, más alargado.


Dentro de su aparente sencillez, nos encontramos con una de las obras más interesantes de este periodo, poniéndose en relación con edificios de esta época, como Santa María Capitelli de Roma, la capilla del Santísimo Cristo de los Dolores o el Convento de Madres Cistercienses Bernardas Descalzas del Santísimo Sacramento, estos dos últimos en Madrid.

El retrablo

En 1717 se subasta la construcción del retablo de la Virgen, quedando adjudicado al maestro Domingo Francisco de Valdearenas. Se comenzaron las obras el 11 de junio de 1717, acordándose que el intercolumnio llevaría dos machones que cargarían sobre macizos, la cornisa había de ser arquitrabada, y el segundo cuerpo del retablo sería conforme a la traza del arquitecto y escultor José de Churriguera, quedando terminando el 30 de noviembre de ese mismo año.

Se trata por tanto de un estupendo retablo de estilo barroco que se encuentra presidiendo la cabecera de la Ermita, y está empotrado en el muro, albergando la imagen de Nuestra Señora de los Santos, titular del templo y patrona de Móstoles.

El retablo, que mide 6,40 metros de ancho por 9 de alto, cuenta con un cuerpo inferior equivalente al banco de los retablos góticos y renacentistas, el cual se eleva por encima de la mesa del altar. A ambos lados presenta dos puertas laterales de una hoja, que dan acceso a la sacristía y al camarín de la Virgen.


El cuerpo principal se eleva por encima del anterior, a partir de una cornisa con cuatro ménsulas sobre las que se apoyan cuatro columnas salomónicas profusamente decoradas con motivos vegetales (racimos de uva y hojas de parra). Dichas columnas marcan la división en tres calles. En la calle central se abre un arco de medio punto que da paso al camarín de la Virgen, donde se encuentra la imagen de la patrona.

Un arquitrabe separa el ático, el cual se constituye un arco de medio punto albergando una pintura que representa a San José.

En las calles laterales actualmente se encuentran las imágenes del Sagrado Corazón de Jesús y el Sagrado Corazón de María, aunque según documentos antiguos se sabe que, antes de la Guerra Civil, estos espacios eran ocupados por las tallas de San Joaquín y Santa Ana, padres de la Virgen María.


La imagen de Ntra. Sra. de los Santos

En el centro del retablo se encuentra la imagen de Nuestra Señora de los Santos ataviada siempre con sus mejores galas. La talla actual se realizó después de la Guerra Civil al desaparecer la talla anterior durante la contienda. Esta es una talla ‘para vestir’ con manto, delantal, gola, toca y corona, además de lucir siempre rosarios y joyas que los devotos de la patrona han regalado a lo largo de los años.

A los pies de la imagen encontramos el Curita de la Virgen, un Niño Jesús que lleva tallada una sotana de sacerdote, sobre la que se le viste con alba, cíngulo, estola y casulla o con capa pluvial cuando sale en procesión, además de llevar siempre su bonete como los antiguos clérigos.

Esta imagen, que es mencionada en distintos documentos históricos, recuerda la condición de Jesucristo como sacerdote, siempre al lado de su Madre